Estudiar fuera del país de origen, ya sea durante uno/varios cursos o durante un periodo más concreto, ofrece a los alumnos ventajas que van más allá de lo puramente académico. En este sentido, salir de nuestra zona de confort para estudiar en una universidad extranjera nos aporta confianza, mejora nuestras habilidades en otro idioma y, asimismo, ‘viste’ nuestro currículum de cara a futuros empleadores.
De acuerdo con los datos de la sección de educación y formación de la web de la Comisión Europea, España es el país de toda la Unión Europea en el que se hace un uso más intensivo del programa Erasmus. En el aspecto, digamos ‘receptor’, en torno a 40.402 alumnos de fuera de nuestras fronteras se decantaron por nuestro país para cursar sus estudios en el curso 2013-2014, que es el último ejercicio para el que la entidad dispone de datos cerrados. Por otra parte, 39.300 estudiantes españoles salieron a estudiar fuera de nuestro país dentro del programa Erasmus.
Entre los países cuyas universidades reciben a más estudiantes del programa Erasmus destacan las siguientes:
- España.
- Alemania.
- Francia.
- Italia.
- Reino Unido.
Las universidades de Granada, Valencia y Sevilla, en concreto, son las que reciben a un mayor número de estudiantes del programa a nivel continental.
En lo que respecta a los países más activos en cuanto a número de Erasmus en relación al total de titulados, la lista la lidera Luxemburgo (25,8%), seguido de Estonia (10,6%), Finlandia (10.4%), Letonia (9,9%) y Eslovenia (9,7%).
Desde el curso 87-88 hasta el último para el que se cuentan con datos cerrados (2013-2014), alrededor de 3,3 millones de estudiantes universitarios europeos se han beneficiado de sus ventajas.
Según la Comisión Europea, el perfil estándar del estudiante de Erasmus es el de una mujer (61%), de unos 23 años de edad, con una estancia media en el país de destino de unos seis meses, cuyas características personales se asientan sobre la confianza, habilidad para la resolución de problemas, curiosidad y capacidad de adaptación.